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domingo, 18 de noviembre de 2012

Grecia II


Grecia II

Está hecho una ruina
La llegada a Atenas ha sido un poco desastrosa. Tenía una referencia de un par de hostales baratos con baño compartido y/o habitaciones comunales. Pero quedaban en las inmediaciones de la Plaza Sintagma y claro, en todas partes cuecen habas. Aquí debe haber manifestaciones todos los días y la gente se toma con bastante calma lo de los desvíos y los atascos. Para un neófito es un poco más complicado, me sacan del mapa básico que llevo, y me pongo a dar vueltas para llegar al mismo sitio.

 Me tomo un tiempo, o más bien una Mythos, en un bar con wi-fi. Caen las primeras gotas de lluvia ligera en una plazoleta repleta de tenderetes; unos son de las terrazas de los bares, y algún otro, de puestos de fruta. Cómo nos gustan los mercados, las tiendecitas, ultramarinos… y qué pronto nos vamos a los grandes centros comerciales e hipermercados. Parece que nos bastara el colorido, el ambiente, y nos daría igual si la mercancía fuera de pega mientras el atrezo fuera convincente.

La calle se moja y mi garganta hace lo mismo con un toque amargo e intenso de una  cerveza que me sienta “de fenómenos”. Me alegra encontrar a una amiga en el chat y nos ponemos un poco al día. Ya se notan los días alejado de casa.

La noche cae muy pronto y a las seis ya está oscuro como boca de lobo, actualizado mi mapa de situación me pongo en marcha aprovechando que ha dejado de llover.
Error, era la calma antes de la tempestad. La manifestación continúa mientras me refugio bajo un paso elevado del metro de Atenas que cuenta con solo tres líneas. La tromba es impresionante, y cientos de motos hacen lo propio en galerías y tejadillos. Algún valiente pizzero se zambulle en su trabajo, hoy compañero de Neptuno.

Las descargas son continuas, apenas algún respiro para notar que cambia la intensidad.

Stratos con un servidor
Por fin se calma, y esta vez sí llego al albergue. En recepción me atiende Estratos. Estará en los sesenta y conectamos de  inmediato. Es un viejo motero y charlamos un buen rato al tiempo que me registro. Me dice que en Turquía hay carreteras fabulosas… y otras no tanto. La hermandad motera me deja un cuarto para mi solo a precio ridículo para dos noches, con tortitas en el desayuno y wi-fi gratis.

Durante casi tres días aprovecho para ir a la Acrópolis, al museo arqueológico, al estadio de las primeras olimpiadas de la nueva era… y para hacer el pardillo.

Un provinciano en la capital.

Saliendo sobre las seis y media, de la Plaka, el barrio antiguo, rumbo al estadio olímpico de la nueva era me preguntan una vez más por la hora en griego, como tantas veces se inicia un diálogo en chapurreado anglófono. Esta vez el paisano no parece tener prisa, y aunque nuestro inglés no sea muy bueno nos vamos entendiendo. El hombre termina por sugerir que tomemos una cerveza. Adelante. Seguimos hablando, pero el hombre cada vez parece tener más prisa.

Esto amigos es una señal de alarma, pero no presto atención. Seguimos un poco más y nos vamos desviando del estadio, hemos pasado un par de cafeterías. Esto, es la segunda alarma, pero también la ignoro. Continuamos caminando aunque ahora en silencio. Esto amigos es ya la tercera señal de alarma, y sigo sin querer verlas. Vaya mentecato. Finalmente entramos en un garito con música rock amable, desde U2 hasta Bon Jovi, cuadros amplios de Elvis y Marilyn. Detrás de la barra un paisano y una joven, y de este lado un tipo en la esquina y dos chicas charlando. El hombre saluda a la concurrencia, obviamente viene por aquí a menudo. Pienso en el Puzzle (bar de amigos dónde echamos muchas horas). Mientras saluda me quito la mochila y la chaqueta. Charla un poco con la pareja y luego se gira hacia mi nuevamente, nos pedimos sendas cervezas. El hombre alterna la conversación conmigo y una de las chicas hasta que entramos en una conversación a tres. Patatin patatan de dónde eres y a dónde vas, que si me puedo tomar algo con vosotros, que sin problemas, que pide champán.
Cazado.

Menudo pardillo. Según pide champán veo la luz. Bar del alterne sin clientes y sin casi chicas, acaban de empezar la tarde y no han llegado todas. Sin dejar de sonreir me pregunto por qué no hice caso de las alarmas. Ya es tarde para cambiarlo, no me agobio mucho y dejo que transcurra el embolado. Solo tengo claro que no me sacan otra copa a ya veremos que robo-precio. Está todo claro, el gancho se aparta sutilmente mientras seguimos la conversación.

Los que han bebido algo conmigo saben que soy lento. Por el contrario, la chica termina la copa en un suspiro. La conversación continúa. Y empieza a pregúntame si la invito a otra. Muy amablemente le digo que ahora le toca a ella pagar la ronda. Ji ji, ja ja, que si pago esta, ella invita a la siguiente. Yo me hago un poco el tonto y que si no he terminado mi birra. Entre tanto, el gancho se acuerda que ha dejado la plancha encima de los pantalones o lo que sea, que en griego todo me suena igual, y se marcha indicando que su cerveza ya está pagada.
La cosa deriva en que si no pago otra ronda ella se va con su “amiga”. Me ha gustado la conversación, pero que no puede ser.

El camarero saca la cuenta: 35€
Digo que un poco caro y tal. Como no he acabado la cerveza le digo que vale, que me deje la cuenta. Que aunque ella no tome nada más yo me termino mi consumición tranquilamente. Ella se medio disculpa, alega que es su trabajo. Le digo que no hay problema, que no pasa nada y me hago la victima. Le cuento que ahora no tengo prisa, que me termino la birra y me piro al hotel sin cenar, que me han roto el presupuesto. Saco unos panfletos que me dieron en la oficina de turismo y me pongo a consultarlos mientras voy acabando.
Pasado un rato se acerca la chica y me dice que ha hablado con el jefe y que lo dejamos en 20€, que vaya pena no habernos conocido en otras circunstancias.
Alucinante.
Resumen: una cerveza 5€, copa de champán 15€; pero pensándolo bien también estoy pagando la cerveza del gancho, copa de champán 10€. Si al final no va a ser tan caro.


 Cuidense,

Marne



















7 comentarios:

  1. Vivir para aprender, o viajar para aprender, o si no leer del viajero para ir aprendiendo también, pero sobre todo sin dejar de disfrutar.
    Impresionante la luz de las fotos.

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  2. La estas gozando, bajas la guardia, no haces caso de las señales y tropiezas. Pero en general es delicioso.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Joder tio. Montonazo de situaciones y experiencias curiosas que van ocurriendote (y las que te quedan....). Sobre lo de las señales es cierto que hay veces que son evidentes, pero las circunstancias puntuales de cada momento, provoca que a veces no nos demos cuenta. Lo importante es salir airoso de ellas, y en eso tú eres todo un especialista..!! Disfrutalo todo lo que puedas y vente pronto que ya se te echa de menos...!!!
    Un abrazo, jefe. Y cuidate mucho !!!!

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  5. Marne, que te descuidas un poco y te apolillan la cartera.

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  6. Peroooooo no viste las señales o no las quisiste ver y luego no te convencieron las chavalas...juojuojuo. Esta claro, al próximo que te pregunte la hora le dices... Pero me vas a preguntar la hora y luego me vas a llevar de putas?.
    Un abrazo bro.

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