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martes, 13 de noviembre de 2012

Grecia I


Grecia I

La idea es ir hasta Bari para coger el ferry que me lleve a Grecia, pero a medio camino encuentro una conexión wi-fi y consulto los trayectos. Resulta que Brindisi me cuadra mejor por destino y precio. Rectifico el rumbo y termino con los billetes para Patras en el bolsillo, uno para mi y otro para la moto. El embarque a las cinco, la salida a las siete, de noche.

Como en otros viajes en ferry, la opción barata, esto es, la mía, no incluye ningún tipo de alojamiento. Entre otros, recuerdo un embarque a Menorca con un buen amigo, Alfonso (al que desde aquí le doy las gracias por llevar una página en Facebook con mis aventuras), y en aquella ocasión había una especie de butacas, como de autobús, para los que no teníamos alojamiento, y yo me imaginaba algo parecido. Pero no.
Aquí solo hay un par de salas con bancos corridos, como de discoteca, tapizados de skie crema, que rodean una pista circular (viejos tiempos de Tropicana), y la sala con el bar-restaurante. Con música de Rick Astley o A-Ha ya estaría dudando de mi cordura.
Mi primera intención es buscar un enchufe, y tan pronto como lo encuentro monto el campamento en el bar. Hay que aprovechar las oportunidades cuando se presentan, y cargo todas las baterías. Literalmente.

Canal de corinto que convierte en isla el Peloponeso
Casi siempre que se dan estas circunstancias prefiero dormir en el suelo antes que en otras superficies como asientos de coches, de trenes, bancos de estaciones… mientras mas plano mejor, aunque esté duro, y en este caso es mucho más ancho que los asientos. La espaldera de la cazadora me servirá de colchón esta vez.

Viajan varios albaneses, griegos, y algún italiano. Muchos camioneros y algunas familias muy numerosas. Solo veo tres viajeras italianas que están mirando la tele.

Hacemos escala en Igoumenitsa y se baja casi todo el mundo. Son las tres de la mañana, he dormido tres o cuatro horas, estoy un poco sonámbulo y no me apetece seguir redactando o escogiendo fotos, entonces opto por asearme. Y aquí una travesura “típical espanis”.

Los baños estaban infectos, y no tenía sitio para dejar la bolsa y la cazadora mientras me aseaba, así que busco en el plano para emergencias del barco la situación de todos los aseos por si alguno está más apartado y por ende menos transitado. En vez de eso encuentro dónde hay uno para minusválidos. Seguro de que al ser más amplio estaré más cómodo. Como ya he comentado, casi no hay gente, y no he visto a nadie que lo necesite. Pero está cerrado. Como si tuviera el pasador echado, pero al mismo tiempo falta el pomo externo que indica la situación cuando se cierra desde dentro. De esta forma se aseguran que no se usa sin pedir permiso a la tripulación, esto es, que hace falta una llave o herramienta para abrirlo o cerrarlo desde fuera además de accionar la manilla.
Nunca pasa nada... perro cuando pasa...

Pero esa herramienta, nada sofisticada, se puede sustituir por un “espanis” con mucha jeta y una moneda de dos euros, que encaja en una ranura del eje del pomo, girar y para dentro. Hasta tiene ducha, que pena no haber traído nada más que el neceser. Alguno como yo intenta entrar pero se limitan a accionar la manilla, no pasan al modo “espanis jeta”. Eso sí, lo dejo todo limpio, como me lo encontré.


En algún sitio leí que el barco llegaba a las cuatro de la tarde, pero me engañé. ¡Sorpresa! son las once y atracamos en Patras.

Y ya estoy en Grecia.
Humedad a veinte grados me resulta muy desagradable con la indumentaria de la moto. En media hora todo mi aseo en el barco se ha malogrado, estoy pegajoso.
Pongo dirección Atenas, pero quiero ver el puente Rio-Antirio.

La carretera transcurre paralela al mar siguiendo el golfo de Corinto. No puedo más. Mientras me familiarizo con la escritura del los carteles tomo la determinación de acercarme a una playa. Y bingo, en la primera que llego también hay duchas.
Bañito

Bañito.
El agua para un tipo de León está hasta caliente. Me doy unas brazadas y como no hay nadie no me alejo mucho. Diría incluso que el mar está un poco picado.
Después del baño me meto en uno de los pocos bares abiertos del paseo (estamos fuera de temporada) con la intención de tomar un refresco.
Y la hospitalidad griega me invita a la consumición. Hablamos en inglés. Un hombre a punto de llegar a la edad de jubilación se vuelve a Alemania, donde trabajó muchos años, para asegurarse un retiro menos agobiante. Dice que estamos hermanados en muchas cosas, incluida la desgracia económica. Se va en cinco días y se está “despidiendo” de los amigos. Nos deseamos mucha, mucha, suerte, y no solo por los viajes.
                                                    
Puerta de los leones
De camino veo un cartel que me recuerda que Mikonos, Micenas, o como se diga, no está muy lejos. Otra de las cunas de nuestra civilización, reminiscencias del megalítico en los muros ciclópeos, falsas cúpulas, y el tesoro de Agamenón y los Atreo. Hace 3500 años de esto. Una nueva era.

Tholo de Atreo
Comienza el turismo.


























2 comentarios:

  1. Cómo la gozas, cabrón...jejeje me alegro de que utilices la picaresca que nos caracteriza. Sigue contandonos tus aventuras, o desventuras, que así te podemos seguir desde un rincón aberrante de León. ¡¡Salud y disfruta de esa gran vivencia!!

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  2. Esos Aberrantes buenos, va por ustedes.
    Cuidense

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