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lunes, 5 de noviembre de 2012

Italia


Milán.

Cada vez es más difícil no hacer turismo.

Casa de artistas
Doy un par de paseos por Milán. Uno con Fra, que me enseña los canales que se hicieron para ayudar en la traída del mármol para la construcción de la catedral. Hoy son vías verdes tanto para el paseo como arterias ciclistas para comunicar partes de la ciudad. La caminata nos sirve para ponernos al día sobre muchas cosas.

Los canales





El otro me permite vagar un poco por la zona del Duomo, la Galeria Vittorio Emanuele y el castillo de los Sforza. La ciudad bulle, tanto de currantes como de holgazanes y turistas. Curiosa convivencia.
Hace calor. Me llevo la cámara y la cazadora. No he pensado la forma de dejar la cazadora en la moto de una forma rápida y segura, así que se viene conmigo de tour.

Galleria Vittorio Emanuelle






Plaza del Duomo

Cuando los vendedores ambulantes se acercan charlo con ellos, soy amable, pero dejo claro que no voy a comprar nada. Esta gente me merece un respeto importante. Un chico de Senegal vende libros en italiano de cuentos africanos, no me atrevo a preguntarle como ha llegado hasta Milán, pero no es muy difícil imaginarse un viaje lleno de problemas y sin ninguna comodidad. Un esfuerzo brutal para buscar una forma de ganarse la vida que no encontraba en su casa. Habla senegalés, francés, italiano, e inglés, y comprende el castellano. Solo eso ya es una carta de presentación importante, pero su trabajo es vender libros en la calle. Me es imposible creer que viene para perjudicar o hacer daño. Viene a mejorar su vida, como desea todo el mundo. Algunos se mueven unos pocos kilómetros, otros decenas y algunos miles, pero la intención es siempre la misma. A veces te quedas en tú país, otras te vas a uno vecino con una cultura similar, y otras al medio de una civilización que no comprendes, muy lejos de todo lo conocido y muy cerca del desamparo absoluto. Mi respeto.

Me despido de Fra, Giacomo y Ana, familia de artistas. ¡Feliz séptimo cumpleaños Ana!
De nuevo la hospitalidad es abrumadora. Y en esta ocasión el reencuentro con una vieja amiga es refrescante y confirma porque nació una buena amistad, y porque dura a través de los años y la distancia.

Duomo de Florencia
Parto rumbo a Florencia vía Bologna. Sé que daré otro paseo allí, una ciudad complicada para el tráfico pero increíble en "renacimiento".
Finalmente solo paseo, hay mucho turista, y las colas para los museos son largas. Lo siento por el David de Michelangelo, los Uffizi, Palazo Pitti, y tantos recuerdos de las clases de historia. La ciudad es vibrante, mucho pintor de calle, mimos, estudiantes, gente tomando notas o apuntes de pintura. Cuando llego al Duomo me doy cuenta de que no he tomado ninguna referencia de donde he dejado la moto, menudo fallo. Aún así disfruto del paseo.
Unas venezolanas me piden que les haga una foto y luego hablamos un buen rato, y en castellano, aunque cada uno con nuestro acento. Tenemos vistas al Ponte Vecchio al atardecer, dominan los ocres y amarillentos salpicados de algún flash, sombras en los arcos sobre un río tranquilo donde animosos deportistas practican el remo. Disfrutamos una tarde cálida muy agradable.
Plaza Palazzo Vecchio
Tendré que volver a Florencia, pero no caigo en la tentación de hacer mucho turismo en Europa. Ahora digo "mucho turismo".



De nuevo en la carretera apenas pasados unos kilómetros busco dónde dormir. Encuentro un rincón agradable en un pinar y me hago un cena homenaje. El sitio es tranquilo, pero como casi siempre se oye de fondo el tráfico. Muy pocas veces he llegado a un campamento donde no se sintiera el sonido de la circulación, pero nunca ha sido molesto como para no dejarme dormir.

La ruta me lleva a Sicilia, la intención es bajar por el Tirreno, pero después de Roma el tiempo empieza a cambiar. Vuelve a llover como los últimos días de Francia y primeros de Alemania. No entro en la Ciudad Eterna, me quedan ganas, pero ya he estado en un par de ocasiones y no quiero hacer mucho turismo en Europa je je.
"Birencia"

Estampas
Como no para de llover me refugio en un hotel, me seco un poco y consulto la meteorología mientras actualizo un poco el blog. Las expectativas son funestas, hay una perturbación que durará cuatro o cinco días. La zona más afectada es justo por donde transcurre mi camino, bajando por la costa de Nápoles y hasta llegar a Regio Calabria. Y por supuesto los Alpes que esperan la primeras nevadas serias, de esas me he librado por una semana escasa.

Llueve sobre los Abruzos
Pesca (foto en HDR)
La decisión es compleja, esperar a que pase el temporal no me apetece, pero salir así es un poco absurdo. Por la mañana decido cruzar la península por la región de los Abruzzos y cambiar de costa ya que va a estar más tranquila, solo lluvia y claros. Otras veces ya he seguido los claros, o las zonas más tranquilas, ventaja del vagabundeo y de tener la libertad plena de dirigirme dónde mejor me convenga. Termino rodeando un poco y subiendo al norte hasta que alcanzo Pescara, pero el camino es delicioso con un paso de montaña de mil metros. En una parada en un pequeño pueblo de la montaña me piden que hable en "español" porque alguien de la familia estuvo trabajando en España hace muchos muchos y les gusta el sonido, les recuerda a su familiar.
La recompensa es grande, la lluvia durante el camino es intermitente y más ligera, cuando llego a la costa del Adriático no solo no llueve si no que además hace sol.
Durante dos días bajaré por la costa hasta Bari.
"Chozas de campesinos"
Veo alguna construcción de pescadores y de agricultores, y disfruto de paisajes acechados por algunas lluvias. Luego me dirijo hasta el Jónico para seguir toda la costa calabresa hasta Regio Calabria, donde me embarcaré a Sicilia para visitar a los últimos amigos que quiero ver antes de adentrarme en lo desconocido.


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