En Sicilia recupero fuerzas.
Es la segunda vez que estoy en casa de Benedetto y Tatiana.
Ellos son los padres de Francesca, y los abuelos de Ana.
Sras. y Srs.: El Etna (Pero no Carapapel) |
Estuvieron de visita por León cuando su hija vivía allí y
fue cuando los conocí. Desde el principio hubo buena sintonía y nos invitaron a
la gente de la pandilla a acercarnos por su casa. Tardé un par de años en hacer
valer la invitación, y de esto hará unos catorce o quince años.
Costa cerca de Taormina |
Sicilia fue mi primer gran destino. Portugal o Francia están
aquí al lado, y las visitas eran una especie de tránsito dócil de kilómetros. Había
muchas circunstancias a priori que hacían el viaje especial, y todas ayudaron a
crear una especie de bautismo de fuego. Una iniciación que me envenenó la
sangre, y ahora, de tanto en tanto, tengo que salir de casa a buscar el
antídoto.
Por eso, cuando estoy de viaje, me acuerdo de ese inicio, y mando
una postal a la gente que me hizo entrar en este tipo de vida aunque ellos no
lo supieran.
"Tragetto" |
Los dos son Pintores. Y lo digo así: con mayúsculas. En uno
de los paseos nos acercamos al ayuntamiento y me enseñan un proyecto en el que han
realizado los cuadros de todos los alcaldes desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial, y los tienen en exposición permanente en la sala de plenos. Los
cuadros son de Tatiana. Su arte es figurativo y llega a más gente. Benedetto parece
que ha terminado una época con una técnica en la que mezcla
elementos en tres dimensiones con un solo color, el blanco.
elementos en tres dimensiones con un solo color, el blanco.
Salón Tilotta |
Su casa parece un museo, a parte del buen gusto, tienen
cuadros por todas partes. El padre de Benedetto también pintaba, y la casa de
los padres es como un palacio del renacimiento. Hay frescos que recrean cuadros
famosos pero con las facciones de los miembros de la familia. Esto ya me había
impresionado en la primera visita, pero volver a verlos me subyuga. Dedicación,
pasión y amor a la familia convertido en arte.
De todos los platos que probé en estos días los más impactantes
fueron la “arangina” y los “cannoli”.
Las aranginas son un plato salado como una croqueta del
tamaño de una pelota de tenis, o también se hace con forma de cucurucho. Tiene
el rebozado final y la bechamel similar a las croquetas, pero de arroz, y el núcleo tiene un
relleno extra. Lo más tradicional es un ragú de carne con salsa de tomate,
cebolla y pimiento. Pero también es habitual el vegetal con queso guisantes y
otras verduras. Hoy las posibilidades del relleno son innumerables, pero a priori
todas estupendas. El plato es denso, contundente y muy sabroso. Tiene la
ventaja de que es muy portable para meriendas , picnics, o días de playa.
Benedetto me hace sitio en el garaje |
Me evoca la cocina que he probado en Italia, hay muchos
platos: dulces y salados. Entre los dulces la “pasta de mandorla” (de almendra)
participa abundantemente, mientras que entre el salado el perfume del aceite de
oliva es intensamente fragrante. Como coincido en época de setas llego a probar
una pasta rellena (tipo ravioli) con salsa de queso y setas, y virutas de
trufa. Es una cocina muy particular y al mismo tiempo muy cercana a la nuestra.
Disfruto de los paseos por la costa, por el pueblo, de los
ratos en casa contemplando el Etna humeante
, o en los bares de algunos amigos. Por todas partes veo sus cuadros y mi
historia del viaje se extiende. La pregunta más repetida es si viajo solo y por
qué.
Iglesia de Mellili |
Hablamos mucho. Nos esforzamos por comunicarnos y poder
hablar de temas menos obvios, más profundos. El dialecto de Sicilia ayuda.
Durante muchos años el Reino de Nápoles, o El Reino de las Dos Sicilias,
estuvieron bajo la misma corona, y nos sonreímos cuando, al tratar de explicar
una palabra y dar el término en castellano, este se parece asombrosamente al
siciliano, aunque no tenga nada que ver con el “italiano”.
La moto ya está reparada, y llega el momento de la partida.
De nuevo la hospitalidad es colmadamente reconfortante. Sin palabras.
Ahora el destino es Brindisi donde me embarcaré hacia
Grecia.
La partida es doblemente dolorosa. Por un lado la evidente
del afecto, y por otra el primer accidente.
Soy dos veces tonto. Iba con el casco abierto y una abeja se
sintió atacada cuando chocó conmigo. La picadura ha sido en el moflete. He
parado y me he sacado el aguijón, pero ya estaba todo el veneno dentro. Como
soy tonto dos veces he continuado el viaje como si nada. Recuerdo otro par de
ocasiones en que me han picado mientras estaba en la moto: una en un brazo
cuando se coló una pariente entre la manga y el guante, y otra en el pecho por
llevar la chaqueta medio abierta. Siempre duele, luego se queda la zona
entumecida, pica un poco, y para acabar
se acartona perdiendo sensibilidad. Pero como soy dos veces tonto, y no se ve
muy afectado, continúo. Tonto
Tonto de noche |
Tonto de mañana |
Y digo tonto porque una de las maletas laterales de la moto
solo tiene recambios y medicinas. Adivináis qué: tengo una pomada para
picaduras de insectos y alergias a medusas o plantas etc. Pero claro, no puedo
ponerme un poco, mejor que se pase solo. Y claro, de madrugada en la tienda me
despierto con un dolor de cabeza insoportable y tuerto. Tonto.
¿Para qué traigo las cosas?¿Para que tengo una maleta llena
de medicinas? Antes de salir de casa medí el equipaje. Llevo solo lo que creo
imprescindible. Para mí es un triunfo si uso todo lo que llevo, y no necesito
nada que no lleve.
Trulli |
Panorámica de Trulli |
Pero con las medicinas hice una excepción. Esperaba no
utilizar ninguna, pero llevo tantas como si juntara las de todos los viajes.
Tengo más botiquín conmigo que el que tengo en casa. ¿Y que hago? No
utilizarlo. Tonto. La idea era no tener que utilizarlo, pero eso no es lo mismo
que no utilizarlo cuando llega la ocasión.
Así que a las tres de la mañana, con todo el malestar, tengo
que abandonar la confortabilidad del saco y salgo de la tienda a buscar el
botiquín que permanece en la moto. Untarme bien, tomar una pastilla para el
dolor de cabeza y volver a la cama deseando que se calme un poco el dolor.
Funciona.
Ya no volveré a ver por ese ojo hasta dos días después.
Tonto dos veces.
Y no os cuento nada de las miradas. Solo hablando con una
gente en Trulli se imaginan que ha sido un “apo”.
Para los demás debo ser como el
hombre elefante.
Cuidarse,
Marne
Ya te has llamado tu tonto muchas veces, a ver si aprendes a esquivar las abejas, que seguro que ella acabó todavía peor que tú. La pena son las cosas que dejas de ver con ese ojo cerrado, menos mal que no durará mucho.
ResponderEliminarCuidate, nosotros seguimos disfrutando con tus aventuras, que por suerte desde aquí no duelen.
Hola Marne,
ResponderEliminarMenudo susto me he llevado al ver tu cara. Lo primero que pensé fue un golpe en moto, luego una banda de mafiosos... Luego al ver que fue solo una picadura me he que dado más tranquilo...
Cuidate y como bien dices, para que llevas las cosas!!!
Un saludo,
Emi
Pero cuidado con esas abejas centro-europeas, melon !!! Que ya te dije que eran muy peligrosas....
ResponderEliminarJodo macho! Pero la abeja te picó o te partió la cara? Vaya viaje güey!
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